domingo, 6 de septiembre de 2009

6 de septiembre de 2009

En la vida uno puede tener días buenos y días malos. Momentos malos dentro de los primeros y ratos buenos dentro de los segundos. Hoy me he levantado con sensación de que el día no depararía nada agradable. Me siento culpable por lo que hice ayer y de la forma en que lo hice. Jamás habría imaginado tal crueldad por mi parte. Tal vez me esté convirtiendo en un monstruo de verdad; quizás vaya perdiendo poco a poco todo ápice de humanidad...

Siento curiosidad por saber todos esos cambios que se están dando lugar en mi cuerpo. Me pongo el termómetro, para comprobar si ha hay alguna diferencia en mi temperatura corporal. Negativo, mi sangre permanece a los 36ºC de siempre. Miro el pulso... Todo normal. De repente, se me ocurre ir corriendo al espejo a buscar alguna marca en mí, si me han bebido la sangre..., algo tiene que haber. Me quito la ropa y me examino de arriba abajo. Pero nada, no hay nada. No hay el menor signo en mi cuerpo que delate una conversión de este tipo. Y sin embargo, por las noches poseo un poder impresionante. Son tantas las preguntas que me inundan...

Me vuelvo a vestir y salgo a la cocina a ver si mamá necesita ayuda. Nunca me dice que no, y me pone a pelar y cortar patatas. Pelo una, luego otra, después otra... Cuando las tengo todas, las lavo y saco una tabla, agarro el cuchillo azul, y empiezo a picarlas, en pajita, para freír... En todo este tiempo no dejo de pensar qué es lo que pasa cuando me daño. Aprovecho un momento que mamá no está muy pendiente de mí, y finjo cortarme sin querer. ¡Ay!, la sangre empieza a salir como lo habría hecho en una situación normal. Mi madre ve lo que me ha pasado y, tras llamarme torpe, me ayuda a lavarme la herida en el fregadero. Le doy un poco de agua y en seguida me meto el dedo en la boca para chupar la sangre que sale. Unos segundos y deja de salir, miro a ver si ya se ha formado un tapón de coágulo, y cuál es mi sorpresa cuando no encuentro ningún corte. Es increíble. Sangro como una persona normal, pero cicatrizo mucho más deprisa. Quizás eso explique que no haya ningún tipo de marca en mí.

Por la tarde bajo al parque a ver si han salido mis amigos. En realidad estoy impaciente por que llegue la noche, pero nada puede precipitar ese momento. Cuando llego ahí están los tres, con cara de preocupación y hablando de un tema que parece serio.
-¿Y no se sabe quién o qué ha sido?
-No, es muy extraño, hay indicios de que le han asesinado, pero otras pruebas delatan que se trata de un animal.
-Hola chicos -yo como siempre sin enterarme de nada, y recién llegada- ¿Ha pasado algo?

Gary me mira y se echa a llorar. Jas me explica:
-¿Te acuerdas de Danny, el chico del otro día? -espera hasta que asiento con la cabeza... Obviamente, no les conté nada de que había quedado con él, lo consideré demasiado pronto- Sus padres llegaron esta mañana del pueblo y lo encontraron muerto en la cama.
-¡Oh, madre mía! ¡Qué horror! -intento fingir la mayor sorpresa posible... En realidad no es extraño que lo que creí un sueño haya ocurrido en realidad- ¿Cómo ha sido?
-No se sabe nada. Se ha desangrado. No hay huellas por la casa. Quien lo haya hecho ha sido muy cuidadoso. Y tiene mordiscos por todo el cuerpo, que es lo que descoloca a la policía.
-¿Un caníbal?
-No, no, la dentadura no es humana. No corresponde con ningún animal conocido. Y ya no sé nada más, esta noche volveremos a llamar a sus padres a ver si nay novedades.

Intenté consolarles. Es difícil, cuando la culpable de todo he sido yo. Bien hecho, Debbie, ya has conseguido hacer daño a tus amigos, te habrás quedado contenta... Era un chico que te había tratado bien, y ahora... Una cosa es clara: o aprendo a controlarme, o tengo que irme lejos.

Pete se acerca a mí y me da un abrazo, con intención de consolarme:
-Ya me contó que habíais quedado... Que ya te vale, no decirnos nada tú. Pero comprendo lo dolida que debes estar ahora, si ese chico te gustaba.
-Gracias, Pete -y le devuelvo el abrazo.

Si se sabe que había quedado conmigo ese día, no me extrañará nada que la policía venga a meter las narices un rato en mi vida. ¡Joder! Qué mal me lo he montado.

Efectivamente, al cabo de un rato aparecieron por el parque... Alguien les debió decir que parábamos aquí. Preguntan por mí. Gary se disculpa:
-Lo siento Debbie, le conté lo vuestro a sus padres, por si sabes algo, ya que fuiste la última persona que estuvo con él.
-No te preocupes... Es normal.

Uno de los agentes me empieza a hacer preguntas... Bueno, mi nombre completo, mi DNI, si había quedado con Danny aquella tarde... Le contesté con total sinceridad. Al fin y al cabo, no se complicó el asunto hasta la noche.
-¿Dónde fuísteis el muchacho y tú aquella tarde?
-Al cine a 3 Aguas, en Alcorcón... ¿Es que acaso sospechan de mí?
-No, para nada. Varios testigos aseguran haberte visto entrar en casa después de despedirte de él. Alguno se quedó durante unas horas en la ventana y dicen que el chico no se movió hasta pasados al menos treinta minutos. Pero que después se fue, y por la noche ya no oyeron la puerta del portal abrirse, así que tú tienes una buena coartada. Sólo queremos saber si le oíste hablar con alguien o de alguien, algo que te resulte extraño...
-No, lo siento. No lo vi preocupado, estaba bastante alegre. Para mí fue una velada normal. No sé qué pudo ocurrir.
-Vale, no te preocupes. Muchas gracias. Hasta luego.
-¡Espere! -le llamé-. Tome mi teléfono, llámeme si necesitan saber algo más, ¿de acuerdo?

Menos mal, nadie sospecha de mí. La tarde continúa, hablándose de lo que ha pasado y consolándonos los unos a los otros. Según pasan las horas, me voy sintiendo más cansada, me noto más fría... Me tomo el pulso disimuladamente y es mucho más lento y débil que esta mañana. Creo que ya sé lo que tiene que pasar ahora... Me despido de esta gente, y simulo que me voy a casa a cenar.

En realidad echo a correr lejos, no puedo volver a alimentarme en el barrio, es demasiado sospechoso. Veinte minutos a mi velocidad y, sin saber a dónde he ido a parar, llego a un pueblo pequeño. No hay nadie por la calle. Espero escondida en la oscuridad. No tarda mucho en aparecer un chico joven, de unos 17 años de edad. Tal vez convierta la caza en algo personal, pero este chaval no me gusta. No me refiero al sabor, sino a que es de ese tipo de personas que como persona los prefiero lo más lejos posible. Es la cena perfecta. Inicio la persecución, aunque a un ser de cociente intelectual tan bajo no es nada difícil acorralarlo. Estamos al lado de una tienda de alimentación, ya cerrada, con las luces apagadas. Con el estómago lleno, me levanto, y me veo reflejada en la luna de la tienda. Ahora entiendo por qué siempre huyen de mí. Mi cara se ha deformado, mis dientes son mucho más afilados, y mis ojos se han vuelto rojos. Pronto esa imagen empieza a dar paso a la Debbie de siempre, y me vuelvo a casa, antes de que nadie sospeche... Sería físicamente imposible que este crimen lo hubiera cometido yo, si en veinte minutos estoy de vuelta en Fuenlabrada, ¿no?

Hoy me siento mal. Mis amigos están hechos polvo por mi culpa, y a mí, sinceramente, también me ha afectado saber que aquello ocurrió de verdad. No hay más ganas por hoy de medirme ni ponerme a prueba. Tan sólo dormir y esperar a que termine esta mierda de día. Al menos si me acuesto saciada, no cometo barbaridades inconscientemente. Buenas noches.

No hay comentarios: