sábado, 5 de septiembre de 2009

5 de septiembre de 2009

Me despierto a la hora de comer tendida sobre mi cama con la ropa aún puesta. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Es que acaso la sangre siempre vuelve a casa? Al principio todo es confuso. Quizás el recuerdo de ayer fuera tan sólo un sueño. Daría cualquier cosa por que sea así. Me levanto con intención de llegar al lavabo y lavarme la cara con agua bien fría, para despejarme. De camino veo por el rabillo del ojo mi silueta en el espejo de la habitación. Me paro y me observo con más detenimiento. Mis rasgos se han endurecido, he perdido todo ápice de aspecto angelical, mi mirada es mucho más penetrante que hace una semana, y mis cualidades femeninas más irresistibles. ¿Me estaré convirtiendo en el perfecto depredador?

Oh, vaya, tengo la ropa manchada de sangre... Así que todo fue real. Tan real como el grito que va a pegar mi madre si me ve así. Antes de salir de mi cueva me quito los vaqueros y la camiseta y me planto un pijama. Lo meto todo en la lavadora: "Mamá, luego la lleno y la pongo, que quiero estos pantalones limpios para esta tarde", suena convincente, no es la primera vez que lo hago.

¿Qué voy a hacer a partir de ahora? ¿Cómo puedo quedarme en casa sin hacer daño a mi familia? ¿Cómo puedo quedarme en el barrio sabiendo que puedo herir a mis propios amigos? ¿Cómo y por qué me está pasando esto a mí?

Vamos a pensar razonadamente. Las veces que me he comportado como un monstruo han sido casi todas inconscientemente, de noche, y en unas determinadas condiciones. Casi siempre ha sido como si estuviera sonámbula, salvo anoche, que fue así porque yo lo deseé. Esto significa... que tal vez no debería preocuparme mucho mientras me mantenga despierta y me controle. Al menos hasta que piense algo que hacer.

Empieza a sonar "Cigaro", de System of a Down, la sintonía que tengo en el móvil para recibir llamadas. Es Pete.
-¿Pete? ¡Dime!
-Hola Debbie. ¿Vas a salir esta tarde? Vamos a ir a tomar algo y luego a las fiestas de Alcorcón, que hay concierto.
-Oh, vaya, mola el plan. Pero no me encuentro muy bien hoy. Quizás otro día, ¿vale?
-Tú..., ¿rechazando ir a un concierto? ¿Te pasa algo que no me quieras contar?
-No, de verdad... Es que me he levantando un poco chunguilla.
-Joder chica, desde que celebramos tu cumpleaños estás de un raro...
-No, hombre... ¿Por qué dices eso?
-No sé, ¿quizás porque te largaste tan pronto quién sabe dónde y con quién, te llamábamos y no nos cogías el teléfono, y desde entonces casi no te vemos el pelo? -odio cuando se pone en plan sarcástico- Eso sin contar con que no bebiste ni una gota...
-Mira, no sé, no recuerdo nada de aquélla noche... Tengo que colgar, ¿vale? Pasadlo bien, de verdad. Ya nos vemos otro día.
-Ok, ponte buena pronto. Por cierto...
-Dime.
-No, que me preguntaba... Esto... Si tu amiga Clara, la del otro día... Pues... Que si crees que tengo alguna posibilidad con ella.
-¿Quién? -no conozco a ninguna Clara.
-Una que nos presentaste en tu cumpleaños, que dijiste que era una vieja amiga... Bueno, da igual... Que te mejores, un beso -y cuelga.

¿Clara? No recuerdo a ninguna Clara, ni ahora ni en mi infancia... Aunque a decir verdad, tampoco recuerdo nada de aquella noche, y si dice Pete que no bebí nada... Tal vez alguien me drogara, yo qué sé...

No puedo quedarme en casa, tengo que salir a dar una vuelta, pensar en todo esto... De camino al boulevard me cruzo con una chica joven y guapa que me mira como si me conociera y me dedica una sonrisa. Es tan atractiva que no puedo dejar de mirarla. Al pasar justo por su lado me roza, y como si estuviera viendo una película, me vienen a la mente imágenes ya pasadas, pero al parecer olvidadas... Me veo entrando en la bodega a comprar la bebida para el botellón, y mirando marcas y precios... Luego la veo entrar a ella, y acercarse a mí, susurrarme algo al oído... Lo siguiente que veo es a ella bebiendo de mí, como hice yo con los demás, pero con más ternura... y luego dándome su propio antebrazo para probar. Y eso es todo lo que recuerdo.

Me giro en busca de aquella muchacha para preguntarle cuantas dudas surgen en mi cabeza... Pero ya no está ahí. Me cuesta aceptar lo que creo que está pasando.

Me dirijo al campo, donde no haya nadie, para poner a prueba las habilidades que descubrí anoche. Intento correr, pero no puedo hacerlo mejor de lo que lo he hecho toda mi vida. Mi fuerza sigue siendo la de una barbie, y mi agilidad es casi nula. Pues vaya decepción, si no puedo hacer esas cosas cuando me apetece. Ahora que me comenzaba a atraer la idea de tener el poder que parece que poseo...

Decido que no tiene por qué pasar nada grave si salgo a pasarlo bien con mis amigos, y que si me mantengo entretenida y segura no necesariamente voy a hacer locuras. Llamo a Pete al móvil y le pregunto a qué hora han quedado.

Pasamos la tarde tranquilamente todos en la terraza del Brooks. Con el paso de las horas me va entrando hambre. Pero no digo nada, porque me van a hacer comer algo, cuando la comida normal me da náuseas. Todos los demás cenan allí mismo, una pizza o una hamburguesa. Yo me excuso en que sigo todavía sintiendo malestar y me comprenden.

Al terminar nos vamos al Urtinsa, donde darán lugar los conciertos. Está lleno de heavies y rockeros, gente buenrollista que bebe y se lo pasa bien. Entre tanto chaleco vaquero, camisetas negras y melenas largas consigo distinguir una cara conocida: Rubén. Un antiguo amigo que por causas que no vienen a cuento ahora se ganó todo mi odio y mi desprecio. Él aún no me ha visto. De todos modos, no creo que sea consciente del rencor que siento por él. Intento controlarme, porque todas estas emociones no pueden traer nada bueno. He venido a pasármelo bien.

Pero el hambre me está matando. Poco a poco empiezo a imaginarme que cada una de las personas que hay allí es completamente comestible y nutritiva. Tal vez no fue tan buena idea venir. Cierro los ojos y alzo la nariz. Una delicia... ¿Nunca os ha pasado de oler que alguien cocina una barbacoa y abrírseos el apetito? Pues multiplicadlo, y así me siento yo ahora. Parece que por la noche mis sentidos se agudizan, las personas huelen tan bien... Además, entre todo el barullo, puedo oír a personas que están al otro lado del mogollón. Miro a aquel viejo conocido e intento concentrarme en aislar su voz, desechando el ruido que no me interesa. Intento fallido, tan sólo parezco una tonta mirando embobada a un grupo de chicos a veinte metros de mí. Uno de sus amigos me ve, se extraña de me haya quedado observándolos, y permanece con la mirada hacia mí durante un tiempo. Su gesto no me intimida, así que lo desafío con mis pupilas.

Al poco tiempo llegan unas chicas a su grupo. Cada cual más pánfila que la otra. Una de ellas es la novia de Rubén. Me ve, y se lo dice a él. Ahora no le queda más remedio que saludarme de lejos con la mano con una fingida sonrisa en la boca. Siguen a su rollo, con sus risas y sus historias. La petarda de la novia tiene una voz tan molesta e irritable que consigo distinguirla entre el mogollón. Me vuelve a mirar y la oigo decir "Joder con la lerda esa, no deja de mirarme. ¿Está enamorada de mí?", y luego dirigiéndose a los demás: "Me voy al servicio, ahora vengo". Ésta es la mía, ahora o nunca. La espero a la salida de los lavabos, me planto justo enfrente de ella. Entiende que la he seguido y me pregunta que si quiero un autógrafo. Permanezco impasible. Empujándome con el hombro pasa por mi lado y queda detrás de mí. Me sitúo delante de sus narices y se da media vuelta para andar en dirección contraria. La sigo despacio, andando tranquilamente para no levantar sospechas. Se esconde detrás de las casetas de los urinarios, donde nadie la vea. Craso error, muñeca. Me dirijo hacia ahí detrás en el momento en que empieza a salir el primer grupo a tocar. La gente grita y aplaude, y ella al verme grita más aún. Lástima que nadie la pueda oír. Nadie puede salvarla tampoco.

Termino con ella haciendo grandes esfuerzos por no mancharme, y la dejo ahí. Vuelvo con los míos, que me preguntan dónde fui. Les engaño, les dije que me vino la regla y estuve preguntando si alguien tenía un támpax. Continuamos a lo nuestro y nos lo pasamos genial todos juntos. Ya me encuentro bien, acabo de cenar y todo es perfecto. De vez en cuando me giro a ver la cara que se le ha quedado a Rubén. Se está empezando a inquietar porque ella no regresa del lavabo, y va a buscarla. No le vuelvo a ver, pero sé que esta batalla la he ganado yo.

El resto de la noche continúa con total normalidad. Terminan los conciertos y nos vamos de fiesta por Alcorcón, hasta que dan unas horas oportunas de volver a casa. Me tiro en la cama con una sonrisa en la boca. Estoy aprendiendo a ser feliz.

6 comentarios:

Santi C dijo...

Lo mejor de la blognovela es cuando estás abriendo todas las noticias del lector de canales rss y salta un mensaje de adverticia, pero aún mejor es que el texto cambia y cada vez hay algo nuevo, ayer la encuesta hoy que dejemos algún comentario.
¿Que texto en el mensaje de advertencia nos deparará el próximo post? Cuanta intriga lol

P.D: ¿Le puedo dar de comer al troll? (cuando los tengas)

Debbie dijo...

Jajajaj en el mensaje de advertencia ponía antes lo de los comentarios que lo de la encuesta... pero bueno, si eso es lo mejor de la blognovela, como la llamas, es un fracaso por mi parte

Santi C dijo...

Noooo, no es un fracaso, es que me fijo a mi manera de cosas sin venir a cuento un poco tarde, mal y como dije antes "entendiendolas a mi manera" :P

Actualizas todos los días y eso es muy difícil; yo no tengo blog por eso mismo, pasarían años (por no decir siglos) entre 2 publicaciones y al final no serviría de nada porque no tendría lectores.

Debbie dijo...

Eso le ha pasado a mi otro blog... U_U

Santi C dijo...

Joder tia eres la alegría de la huerta, si lo se no digo ná jajajaj xDD

Mira el lado bueno: Llevas escritos 7 días y más de 300 visitas. A la gente le gusta tu novela :)

Debbie dijo...

Jajaja, sí, bueno, la mitad de las visitas son mías de cuando personalizaba la página xD Pero bueno, se agradece el consuelo...