martes, 1 de septiembre de 2009

1 de septiembre de 2009

Siento como si esta noche me hubieran estado dando una paliza en vez de dormir... Me siento pesada y cansada, no tengo ganas de levantarme de la cama... Ni siquiera recuerdo el momento en que me acabé acostando (mi recuerdo sobre el día de ayer termina delante de un taco de apuntes de Patología Médica).

Medio a tientas logro alcanzar el baño. Cierro la puerta, me lavo la cara y los dientes (últimamente me despierto siempre con un fuerte olor a podrido en la boca), y me quedo hipnotizada viendo mi reflejo en el espejo: mi pelo castaño, cayendo con unas ondas muy elegantes sobre mis hombros; unos enormes ojos verdes que recientemente han ganado en brillo y expresividad; una sonrisa casi perfecta (salvo por algún diente que sobresale más que los otros y hace feo, pero no se nota)... Cualquiera lo diría, hoy me veo estupenda, a pesar de la baja autoestima que he tenido siempre. No me reconozco en aquella imagen, la verdad, aunque siento que si de verdad ésa soy yo, puedo comerme el mundo. Esto me da un empujoncito para comenzar el día con más energía...

Desayuno en familia. Casi no tomo nada, me siento saciada con apenas un vaso de leche. En verano suelo comer bastante poco, porque también me muevo menos. Mamá no sé cómo se lo monta que enseguida se entera de todos los cotilleos del barrio; seguramente le cuenten cuando baja a la compra. No presto mucha atención al cotorreo porque la vida de los demás me da un poco igual. Pero aún así, a falta de algo mejor en lo que centrarme, la oigo hablar de la separación de los vecinos del 3º, de que si la hija de los de arriba de nosotros tiene problemas de salud (por lo que cuenta mi madre sin haberse enterado mucho, creo que espina bífida o algo así, pero nada demasiado grave dicen), que en unos chalets cercanos ha habido una pelea entre perros y a Paco le han matado a sus dos mastines (aunque nadie vio nada, sólo oyeron), y que dos manzanas más allá hubo un choque entre dos coches en el que no pasó nada grave pero ahora se van a meter en pleitos porque ninguno de los dos asume su parte de culpa.

Y ahora pregunto... ¿A mí todo eso qué me importa? ¿Voy contando por ahí mis problemas a gente con quien no viene a cuento? Ay Dios, qué cruz... Encima ahora siento un mayor malestar de cuerpo. De no ser porque tengo cosas que hacer en casa y luego ponerme a estudiar, me iría de vuelta a la cama.

La mañana de estudio se me hace muy pesada. Por mi habitación no corre ni una gota de aire y me estoy asando, casi hasta me cuesta respirar. Me logro estudiar los temas de enfermedades desmielinizantes, demencias, parkinson y enfermedades de motoneuronas. Para una sola mañana no está nada mal, la verdad. Dan las 2 y salgo al salón, ya pronto estará la comida.

Por la tarde he quedado con Gary y Jas, y más tarde también aparece Pete. Sin nada mejor que hacer decidimos ir a una tetería a beber té de chocolate y fumarmos una shisha.

El tiempo transcurre sin incidentes... Todo bastante normal: hablando de rol y videojuegos, más tarde el tema pasa a ser Mujeres (siempre que sea con respeto no me molesta), y luego deriva en la crisis, la falta de empleo generalizada dentro del grupo y que cada vez tenemos todos los bolsillos más caninos. Yo me entretengo haciendo oes con el humo, aunque al intentar ver cómo salen mis ojos bizquean y todos se ríen de mí.

En una de estas carcajadas estamos cuando entran un par de clientes al local. Son dos chicos jóvenes, uno bajito y feíllo, y el otro más alto, moreno, con unos ojazos, el pelo largo suelto con el flequillo cayéndole libre por la cara... Creo que es bastante obvio que me ha llamado la atención este muchacho. Miran hacia donde estamos nosotros y se dirigen hacia aquí, mientras Gary grita algo en su dirección. Sinceramente, hechizada como estoy por este maromo ni siquiera escucho lo que ha dicho mi amigo, pero una cosa está clara: se conocen, y vienen hacia aquí.

Me los presentan, y se sientan con nosotros. El pequeñajo se llama Andrés, el otro es Danny. Además de guapo, es simpático y tiene dos dedos de frente, conectamos bastante bien desde el principio. Además, puede que sea fruto de mi imaginación o de lo bien que me quiero hoy, pero me da la sensación de que le atraigo. Cosa que me queda medio confirmada cuando salimos de la tetería y nos despedimos: me pide mi número de móvil. Obviamente se lo doy, a cambio de aguantar el cachondeíto de estos tres de vuelta al barrio... Pero es un precio muy pequeño a pagar.

Llego al portal, entro, y me cruzo con los vecinos de arriba y el carrito de su bebé. A pesar de la enfermedad que me contaba mi madre esta mañana, es una niña riquísima y dan ganas de comérsela. Supongo que como todos los críos. Me encantan los niños. Algún día correteará por el mundo una mini-Debbie y se me caerá la baba. Sumida en estos pensamientos ando cuando el sonido del móvil me trae de vuelta a la realidad. Acabo de recibir un sms de Danny: "Ola preciosa,t apetce venr mñna al cine cnmigo? Yo invito". Lo leo mientras subo en el ascensor. No responderé inmediatamente para no parecer desesperada, pero la verdad es que me entusiasma la idea. "Vale, xo yo t pago ls palomits", le respondo pasados 10 minutos. La verdad es que al precio que anda la comida y bebida en el cine, queda más o menos igualada la invitación.

En el tiempo que tardo en enchufar el portátil y encenderlo, vuelve a sonar el comienzo de Rock-N-Roll de Led Zeppelin, que es la melodía que tengo puesta para los mensajes. "Genial ntoncs, a ls 6 en Parque d ls estados y ya decidims la peli? Un bsazo, spero cn ilusion q llegue mñna". Pues así está el panorama... Mañana a las 6 he quedado con un tío que he conocido hoy. No es que acostumbre a hacer estas cosas, pero me da muy buen rollo y confío en que todo irá bien. Me acuesto pronto, que el día de hoy ya no me depara gran cosa... Así mañana puedo madrugar para estudiar en serio, que el examen es el viernes.

Me quedo un rato largo dando vueltas en la cama. Parece que a pesar de lo mal que descanso y el sueño que tengo durante el día, por las noches me desvelo. Quizás tenga que ver la emoción del momento... El caso es que tardo, pero al final caigo rendida.

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