jueves, 12 de septiembre de 2013

27 de noviembre de 2010

Llevo todo el día aletargada pero despierta, he de vigilar a mis nuevos chicos. No tengo apenas fuerzas, pues tras los esfuerzos de conversión de ayer no tuve tiempo de alimentarme en condiciones.

La muchacha se levanta y se dirige hacia la puerta. Aún es de día, y desatiende mis consejos sobre su existencia. Me hago con fuerzas para levantarme y acompañarla. Agarro unas llaves y salimos las dos, en silencio hasta que casi alcanzando la calle lo rompo:

-¿Qué se supone que haces?
-Quiero morir, no quiero ser lo que eres tú. El sol me matará, ¿no? Pues quiero que lo haga, voy a suicidarme.
-Verás, cariño... -tengo demasiada hambre, me cuesta seguirle el ritmo. 
-¡Me llamo Beatriz! Joder, yo también tengo nombre, estúpida, aunque no parece importarte nunca.
-Beatriz... En realidad... -llegamos fuera del portal. Un sol resplandeciente ilumina su suave rostro, más fino y atractivo desde que le hice lo que es ahora. Aunque aún tiene que comer por primera vez y se le nota un aire medio demacrado.
-¡No quema! ¿Por qué no muero? ¿Me has mentido?
-Sí. Quería manteneros dentro hasta la noche. A mí la luz solar me debilita, estoy enferma... Y además muy débil.

Beatriz sale corriendo. Al igual que me pasa a mí, de día no goza de ningún tipo de poder, por lo que no puede llegar muy lejos. Sin embargo, yo tampoco estoy en una situación muy ventajosa. Trato de seguirla pero me fallan las piernas y caigo al suelo. Un chico joven y fuerte que pasa por allí haciendo footing se acerca a socorrerme. Agradezco su ayuda, y dejo que me lleve en brazos hasta el portal, donde, sin bajarme de sus brazos, hinco mis dientes en su cuello y le robo la vida para recuperar mi vitalidad. Sé que durará poco, pues tengo que ir a por la chica bajo el sol, espero no tardar demasiado. Subo el cuerpo sin vida del deportista al piso, ya veré qué hacer con él... Salgo disparada tratando de escuchar y oler a Beatriz. No me resulta difícil, pues de toda la sangre que huelo por la calle, es la única que huele a muerte y podrido, su corazón apenas late. Hasta que se alimente, estará muriendo poco a poco, muriendo en vida, consciente de todo. De una carrera llego hasta ella. Le paso una mano por los hombros.

-¿Cuál es tu plan ahora?
-No..., no lo sé. Pero cada persona con la que me cruzo me mira deseosa de que la devore.
-Ja, ja, ja. Es tu impresión cariño, tienes que alimentarte.
-¿Y si no me gusta el sabor?
-Créeme..., te gustará.

La dirijo hacia una tienda de alimentación cercana donde sólo está el dependiente. Ni siquiera nos saluda, y yo le pido que cierre la puerta con llave. Así lo hace, hipnotizado por mis capacidades vampíricas. Me acerco a él, y le pido a Beatriz que haga lo propio. Le inclino el cuello de su víctima, ofreciéndoselo a ella, quien de un bocado le arranca la mitad de la piel y se mancha media cara con la sangre que brota. Acabado el proceso, la ayudo a limpiarse en el lavabo que tiene la tienda para el personal.

Yo aún me siento vital. No me veo debilitar. He de volver con ella al piso para cuidar del resto y esperar a la noche. De camino conversamos de nuevo.

-¿Y no tengo ningún tipo de poder especial? Me siento bastante normal...
-Tiempo al tiempo. De día apenas hay maravillas que puedas hacer. Tu oído se agudiza, tu visión también. Tu apariencia cambia sutilmente haciéndote más atractiva y te conviertes en una persona bastante persuasiva. Pero cuando llega la noche... ¡Oh, amiga! Eso sí que es una gozada. Sólo espera y lo comprobarás tú misma. 
-¿Y lo de tu enfermedad...?
-Verás... Fui atacada por otro ser... ¡Oh, no! No te preocupes aún por eso ¿vale? -noto el miedo en sus ojos-. Es más fuerte que nosotros. Desde entonces no me expongo a la luz del sol por tiempo prolongado porque me han informado de que la mordedura de este..., lo que sea, me ha enfermado y no la tolero bien. Aunque, ahora que lo dices... Ven conmigo.

Echo a correr a una velocidad humana. Ella me sigue. Yo voy acelerando progresivamente y ella siempre a mi lado sin suponerle ningún esfuerzo. Llegamos al final del barrio, más allá no hay nada, sólo campo. Un campo enorme que separa Fuenlabrada de Leganés y Getafe. Siguiendo un camino, llegamos a un mirador situado en una colina que antaño fue un vertedero de basuras. Nos sentamos en unos bancos dispuestos aquí, en espera de que algo ocurra. Ella no lo entiende bien, pero nada sucede. ¡Nada! ¡Me han mentido! Como hice yo anoche con Gary, Fabio y Beatriz. Pero...,  ¿por qué?

Cierro los ojos y trato de abstraerme. Dejo que las ideas fluyan por mi cabeza sin esforzarme en razonar ninguna de ellas. Pasado un rato, oigo un grito de mi compañera. La miro, y sé que me busca, fascinada, con una amplia sonrisa en la cara. 

-¡Debbie! ¿Cómo has hecho eso? ¡Qué pasada!

Quiero hablar, responderla, pero las palabras no salen de mi boca..., porque no tengo boca. Tan sólo veo una nube de avispas furiosas revoloteando en torno a la chiquilla. Me materializo, y no sé qué decirle... ¡Tengo poderes de día! ¡Por eso me lo han ocultado! ¿Y se supone que los tengo gracias a la mordedura de esa criatura? No tiene mucho sentido... Da igual, me han mentido, me han manipulado, como suele hacer el odioso líder.

Me siento de nuevo en el banco, y le cuento a Beatriz un resumen de lo que ha sido mi vida vampírica. Le hablo de David, de Adrián, de los entrenamientos que diezman al ejército...

-O sea, que sólo estoy viva para que tú vivas, y mi destino es morir por él... -Se nota la tristeza y la decepción en sus ojos.
-No dejaré que te pase nada, confía en mí.
-¿Y a Fabio?
-No puedo encargarme de todo el mundo, cariño. Soy apenas una novata como tú; él es mucho más fuerte.
-Bueno... Supongo que no me importa mucho lo que le ocurra. Cambiando de tema. Te han ordenado diez vampiros nuevos. Llevas ocho.
-Cierto... Bueno, tú no te preocupes por ello, es mi misión, no la tuya.
-¿Y si...? No, déjalo, es una tontería.
-No, dime.
-Estaba pensando... ¿Y si no me entregas a él? ¿Conviertes tres más y me dejas libre?
-No es tan fácil, cielo. Él entra en mi mente constantemente, lo sabría en seguida. Además, tiene un vínculo hacia ti, pues indirectamente provienes de su sangre. Te encontraría, tarde o temprano. Mejor que sea por las buenas que por las malas.

Agacha la cabeza, en gesto de resignación. Suspira.

-Venga, regresemos con los demás.

Llegamos de nuevo al piso. El ruido de la puerta al cerrarse tras nosotras despierta a Gary y a Fabio. Aún es de día, pero apenas entra luz en la casa. Beatriz sale disparada hacia los dormitorios, tal vez queriendo corroborar la historia que le acabo de contar. Se detiene en el umbral de la puerta de la habitación de mis hermanos.

-¿Los querías?
-Claro que los quería. Creo que mi familia mantenía vivo mi último atisbo de humanidad, eran mi única debilidad.
-¿Y por qué no los convertiste?
-No les deseo el mal que a mí me ocurre. No quiero que sean esclavos de nadie, ni esclavos de sus propios instintos. No se los entregaría a Adrián como trofeo.
-¿Como trofeo...?
-Oh, no, lo siento. No quería decir eso. Es que... Pienso en ellos, y todo es diferente. Con ellos siento. Sin embargo ahora...
-Te damos igual,
-Lo siento. No debería haberte contado nada.
-¿Y por qué lo has hecho?
-¡Pues porque estoy sola! Y tú acabarás igual si no nos aferramos a algo...

Quiero volver a la mansión. Esta situación se me está yendo de las manos, no quiero que salgan corriendo, y a cada momento se tuercen las cosas. Los voy a acabar perdiendo... Pero estamos bastante lejos y aunque yo pueda correr a gran velocidad ellos aún no gozan de poderes. Tendremos que hacer tiempo hasta que sea de noche. Los chicos aún no saben que les mentí. Si no se lo digo yo, se acabarán enterando tarde o temprano. Me acerco a ellos, pero no sé qué palabras utilizar. Así que prefiero ir a la ventana y subir la persiana dejando entrar la luz e inundar la casa. Al principio se asustan, pero luego se alegran de que no les pasara nada.

-Os mentí. Fue una tontería. Sólo quería manteneros a salvo, ya que de día no podemos hacer gran cosa y tenemos que esperar a que se haga de noche.

Permanecen en silencio. Parecen más sumisos que mi nueva compañera.

Pasan las horas muertas hasta que faltando poco para el atardecer llaman a la puerta. Decido no abrir, pero una voz femenina desde el otro lado insiste: "Sé que estáis ahí dentro, os oigo. Además, habíamos quedado".

Abro la puerta una rendija y una muchacha joven y sonriente espera al otro lado.
-¡Oh! Te conozco, te he visto en fotos... ¡No estás muerta!
-¿Y tú eres...?
-Alex, tu cuñada. -Sigue hablando sin dejar de sonreír. O sea, que la novia de mi hermano ha quedado aquí con él, pero él está muerto. Hay que actuar rápido.
-Un placer Álex. Adelante, pasa. Verás, ha ocurrido algo... Alguien entró aquí anoche y...
-¿Y...? -Su expresión cambia, se preocupa. Su corazón se acelera. Y ahora que me centro en escuchar sus latidos no son los únicos que la acompañan. Un leve bombeo a gran velocidad proviene de su interior, de su vientre...
-¿Estás embarazada?
-¿Cómo lo has sabido? ¿Te lo ha dicho él? Íbamos a dar hoy la noticia a la familia. ¿Dónde están?
-Están muertos. Alguien los ha matado.

De repente se echa a llorar, medio incrédula, desconcertada. Yo la abrazo, y sigo escuchando su corazón y la de la vida que crece en su interior. Eso suman dos. Me lo están poniendo fácil. Le muerdo el cuello, ofreciendo a Fabio que beba de ella conmigo, pues es el único que aún no se ha alimentado. Un instante antes de matarla, le interrumpo y le doy a ella mi propia sangre. Teme por su vida y por la de su pequeño, y se aferra a mí como su única esperanza de vida. Una vez termina de convertirse, cae exhausta al suelo. Yo me acerco al cuarto de baño a por una botella de alcohol. La vierto por las camas, por el salón y por la cocina. Cojo una cerilla y le prendo fuego. Salimos todos por la puerta, y llevo yo a mi cuñada (uy, aún no sé ni su nombre) a hombros.

Llegamos a la calle con la huida de los últimos rayos de sol. Salgo corriendo con la esperanza de que los demás me sigan. Lo hacen, y poco a poco voy apresurando la marcha cada vez más. No tienen dificultades en mantenerme el ritmo. Comienzo a trepar por un edificio de diez alturas y los demás tras de mí. A saltar de tejado en tejado, y ellos me siguen sin problema. Salto al vacío y me transformo en sombra de camino al suelo, pero ellos, temorosos, permanecen aún en lo alto de un bloque de pisos. La primera en romper el hielo es Beatriz, y al lograrlo los demás la siguen. De esta forma atravesamos todos los kilómetros que nos separan de nuestro destino, convertidos en sombra y con el cuerpo de una mujer embaraza flotando sobre nosotros.

No mucho tiempo después, llegamos a la mansión. Al aterrizar y materializarnos, Adrián nos está esperando para dar la bienvenida a sus nuevos soldados.

-Van ocho... -dice mientras Fabio, Beatriz y Gary se materializan y pasan a su lado.
-Y con esta diez -digo yo, mientras suelto a mi cuñada en el suelo al tiempo que empieza a recobrar el conocimiento.

Sin pensarlo dos veces, Adrián se acerca a ella, la agarra por la cabeza y se la separa de los hombros. Después, no duda en prenderle fuego al cadáver.

-Te agradezco el detalle, pero ésta no me sirve -dicho esto, se larga hacia dentro, dejándome a mí sola con el cuerpo ardiente de mi cuñada y mi mini sobrino.

El olor que se desprende es bastante desagradable, pero me resulta muy familiar. De modo que es así como huele un vampiro en llamas... Entonces el otro día, desde la habitación... Era eso, estaba quemando los cadáveres caídos durante el entrenamiento. ¿Los cadáveres? Empiezo a plantearme si realmente estaban muertos antes de llegar a la pira.

Camino hacia dentro de la casa. En el salón, junto a la chimenea, está él. Me invita a sentarme a su lado.
-Veo que lo has descubierto. Pero no te enfades conmigo, tú hiciste lo mismo con tus amigos.
-¿Por mentirme? Ya pocas cosas me sorprenden. Entonces, la mordedura de esa criatura me da poderes de día. ¿Por qué lo consideráis malo?
-¿Que te da qué? Jajajaja No mujer, eso no es por lo que tú te crees. Has evolucionado. Demasiado rápido. Es una cuestión de sangre. Cuando ya no te queda sangre humana (hablo de tu familia), dejas atrás una etapa y comienza una nueva. Es muy sencillo.
-¿Por qué la has matado?
-No veo motivo para hablar de eso contigo. Vete.

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